Las barreras invisibles en accesibilidad representan uno de los desafíos más complejos en la inclusión social contemporánea. En primer lugar, la mayoría de las conversaciones sobre accesibilidad se centran en las barreras físicas: escalones, soleras altas o mobiliario urbano obstaculizando aceras. Sin embargo, existe un tipo de barrera igualmente limitante pero mucho menos visible. En efecto, las barreras invisibles accesibilidad incluyen obstáculos cognitivos y sensoriales que afectan a personas con trastornos como el Trastorno del Espectro Autista (TEA). Para dimensionar este desafío, podríamos compararlo con pedirle a una persona en silla de ruedas que baje escalones y supere obstáculos físicos imposibles.
Materialización de obstáculos invisibles
En consecuencia, estas barreras invisibles se materializan en entornos con excesiva estimulación sensorial. Por otro lado, también aparecen en procesos complejos sin apoyos visuales. De la misma manera, se presentan en situaciones impredecibles. Para una persona con TEA, tareas aparentemente sencillas pueden resultar extremadamente estresantes. Por ejemplo: identificar información en pantallas, pasar por controles de seguridad o esperar en largas colas.
Según datos recientes, el 78% de las personas con diversidad cognitiva han experimentado situaciones problemáticas. A pesar de contar con un entorno físicamente accesible, se sintieron excluidas. Como resultado, el impacto de estas barreras es significativo. Por una parte, reducen la participación social y limitan la autonomía. Por otra parte, también afectan negativamente la salud mental de quienes las enfrentan.
Reconocimiento institucional del problema
La Organización Mundial de la Salud reconoce un hecho importante según estudios de discapacidad y salud. En particular, el aislamiento social derivado de las barreras invisibles accesibilidad representa uno de los principales desafíos para el bienestar. Esto ocurre incluso en entornos con avanzada legislación de accesibilidad física. Por tanto, la tecnología y las herramientas de apoyo pueden ayudar significativamente. En este sentido, disminuyen el estrés y la incertidumbre. Además, permiten que estas personas disfruten de experiencias cotidianas como viajar o utilizar servicios públicos.
Desmontando estereotipos arraigados
Los prejuicios más comunes surgen de estereotipos arraigados culturalmente. Principalmente, tienden a homogeneizar las diversas condiciones cognitivas. No obstante, no reconocen la amplia variabilidad dentro de cada espectro. Como consecuencia, esto lleva a soluciones estandarizadas que no responden a necesidades específicas. Peor aún, genera invisibilización total de estos requerimientos. Lamentablemente, muchos servicios están diseñados sin considerar estas necesidades particulares.
El primer paso para desmontar estos estereotipos es reconocer la diversidad dentro de la diversidad. Evidentemente, no todas las personas con TEA tienen las mismas necesidades. Tampoco tienen las mismas capacidades o desafíos. Por el contrario, las iniciativas más exitosas involucran a los usuarios finales en el diseño de soluciones. En este caso, las pruebas con usuarios reales permiten validar funcionalidades. También adecuan interfaces a necesidades específicas.
Evolución del concepto organizacional
Actualmente, las organizaciones chilenas están comenzando a ampliar su concepto de accesibilidad. Van más allá de las personas con movilidad reducida. Simultáneamente, reconocen una gama más amplia de personas con necesidades especiales. Aunque no nos gusta este eufemismo, el cambio de perspectiva es fundamental. En realidad, reconoce que la accesibilidad debe abordar todas las dimensiones de la diversidad humana. No solo las más evidentes.
Hacia un enfoque integral de la accesibilidad
La verdadera accesibilidad universal requiere un enfoque integral. Debe abordar barreras físicas, cognitivas, sensoriales y actitudinales. Los expertos en inclusión según investigaciones de accesibilidad cognitiva identifican tres estrategias fundamentales para eliminar barreras cognitivas. Primera: la anticipación mediante herramientas que permitan prepararse para nuevas experiencias. Segunda: facilitar la comunicación usando pictogramas que ayuden a entender el entorno. Tercera: adaptar el entorno, donde quizás queda el mayor trabajo por hacer.
Estrategias de adaptación del entorno
Las adaptaciones del entorno pueden incluir varios elementos. Especialmente, reducción del ruido ambiental y mejora de la información necesaria. También evitar tiempos de espera inactivos para determinados colectivos. Crucialmente, formar al personal para atender diferentes necesidades. Esto crea un círculo virtuoso. Al evitar situaciones incómodas que generen estrés a personas con discapacidad cognitiva, también se evita estrés a sus familias. Finalmente, beneficia al resto de usuarios del servicio.
Cultura organizacional inclusiva
Las organizaciones verdaderamente inclusivas reconocen algo fundamental. La accesibilidad no es solo responsabilidad del departamento de infraestructura. Más bien, es un valor transversal que debe permear toda la cultura organizacional. Los programas de innovación interna dan cabida a iniciativas con impacto social. En resumen, demuestran cómo las empresas pueden ser agentes de cambio. Lo logran cuando amplían su mirada hacia nuevas necesidades. También cuando fomentan soluciones creativas desde sus propios equipos.
Formación especializada en barreras invisibles
Reconocer y abordar las barreras cognitivas, sensoriales y físicas requiere conocimiento especializado. También necesita herramientas prácticas. En Academia DAC entendemos que la accesibilidad va más allá de las adaptaciones físicas. Por eso nuestro curso «Accesibilidad Universal – Aplicación de la Ruta Accesible según OGUC» incluye un módulo especializado. Aborda Legislación de accesibilidad en el ambiente laboral.
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